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El ladrón que escribe poesías
WK (Pensadores Villeros Contemporáneos)
13x20 cm, 128 Pág.
Rústica sin solapa
1ra Edición, 2015
ISBN: 978-987-3789-15-1
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Conozco hace varios años al escritor detrás del nombre de autor. Por muchos años ha sido coordinador interno a cargo de estas actividades y un aguerrido defensor del espacio universitario intramuros.
Los poemas hablan del amor, la locura, el sexo, la tortura, el barrio, la guerra, la muerte, la policía, los jueces, la justicia, las injusticias, los medios, los miedos, la droga, el dinero, la delincuencia, la aventura, la pérdida, la pobreza, el sistema penal y la cárcel... Sobre todo, la cárcel. Hurgan en las mentiras, verdades y secretos del encierro. Muestran las lenguas, las voces y los silencios que lo atraviesan. En cada mancha de tinta o blanco de la página, se halla depositado el sedimento de la violencia, el estigma, la crueldad y el sufrimiento de los cuerpos encerrados; todo lo que se dice, se calla o se disfraza de la cárcel.
Pero ese espacio abierto por la letra permite leer también la risa (que a veces llega a carcajada), la ironía, la astucia, el anhelo y sobre todo la fuerza, que permiten resistir, enfrentar o al menos reducir su daño.
No es que la poesía cure las heridas ni vaya a sacar a nadie de la cárcel. Pero al menos permite inscribir, sobre su espesor como institución total, la experiencia de vida (y de muerte) de quienes la habitan. De esa manera, reescribe las normas, las prácticas y los rituales que le dan forma.
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La escritura en la cárcel da lugar y habilita la palabra de los condenados para hablar de la ley, el delito y las penas.
Nos enfrenta a su testimonio como víctimas del maltrato, la tortura y las condiciones inhumanas de detención,
así como a la sospecha y el odio que cae sobre sus cuerpos.
Esa realidad —representada, traducida, contada— se plasma en los poemas de wk por lo que
dicen, pero también por lo que dejan leer entre líneas sobre los contextos que desplazan y las condiciones que reescriben.
[…]
El simple hecho de su publicación permite ampliar los límites de la literatura, desde los márgenes o bordes de las instituciones, en un sentido de justicia que, en este marco, no podría llamarse simplemente "poética".
Juan Pablo Parchuc
Prensa:
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